Mi abuelo me contó esta historia. A él se la contó un chino. Y ahora yo, os la voy a contar a vosotros.
La historia es ésta:
Mas allá del mar que se ve desde lo alto del Montgó, hay un fantástico país que se llama El País de los Puzles.
En éste país la gente vivía en casas de puzles, camas de puzles, calles de puzles, todo estaba hecho con puzles.
Todos estaban muy contentos de vivir en éste país. Menos un brujo, que vivía en una montaña, solo, y siempre enfadado. Harto de ver que la gente era más feliz que él decidió hacer un hechizo:
- ¡ABRA CADABRA PATA DE CABRA!
¡¡¡ PATAPÚM!!! Todo quedó roto por el brujo.
¡Ala, y ahora qué! La gente estaba triste, no sabían que hacer. ¿Cómo podrían solucionar este desastre? ¿Quién volvería a montar los puzles?
El más anciano del lugar, que era el que más sabía por ser el más anciano, le dijo al chino Chin-Fun que tenía que coger una bolsa, meter en ella todos los puzles. Y recorrer el mundo entero para encontrar unos niños que pudieran montarlos de nuevo, ya que sólo los niños tienen manos especiales de montar puzles.
Así pues el chino Chin-Fun cogió la bolsa y se dispuso a recorrer todas las ciudades y lugares en busca de esos niños.
Viajó muchos años, y visitó muchos países, y viajó mas años, y mas países y mas años...
Llegó un momento en que Chin-Fun era ya muy ancianito, y no había encontrado en todos sus viajes a los niños que buscaba. Un día comiendo en una casa conoció a mi abuelo, que entonces ara joven y guapetón. Y le contó la historia del país de los puzles rotos. Chin-Fun le dijo que se sentía cansado de viajar, que era ya mayor y lo que quería era encontrar a alguien que continuara con el viaje buscando a los niños, y así poder descansar. Llevaba 50 años viajando.
Mi abuelo no se lo pensó dos veces, le dijo a Chin-Fun que no se preocupara más, él continuaría y encontraría a los niños.
Se montó la bolsa a la espalda, y se marchó. Viajó también muchos años, y por muchos países. Decidió volver a España a ver a la familia. Vino a Denia. Y ya que estaba entró en un colegio. Probó en una clase, y en otra y por fin encontró a unos niños que montaron los puzles en un PIS-PAS.
¡Que bien! Mi abuelo les dio las gracias a los niños, mandó un mensaje al país de los Puzles rotos para que supieran que ya estaban arreglados. Y se fue para allá en el primer barco que salió mas contento que unas pascuas.
Cuando llegó allí todo el país le recibió con besos y abrazos. Todos les daban las gracias por haberles ayudado. Mi abuelo ayudó a aquellas personas que aunque no las conocía de nada, ni ellas a él tampoco, le necesitaron para recuperar sus cosas, sus casas, sus camas... todo. Todo estaba de nuevo en su sitio, y la gente estaba contenta.
Tan contentos estaban que hicieron una fiesta que duró tres días y tres noches. Y después estuvieron también durmiendo tres días y tres noches...
Y PIJAMA PIJAMERO, A DORMIR ME QUEDO.
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